Amputación de penes aviares
La mañana siguiente del golpe subversivo del río en su grito de guerra contra la ilegítima privación de su libertad el poblado amaneció ciertamente convulsionado. Nadie comprendía qué había pasado. Encontraron al ayuntamiento sobre la plaza, las mangueras de la "lluvia de Antonov" y el propio tanque emplazado allí para tal fin habían impedido que el edificio se fuera con la correntada. El escudo que adornaba el dintel de la puerta principal del destacamento amaneció ornamentando la cruz de la capilla. Los bancos de la iglesia se hallaban desparramados en el patio de la escuelita primaria. El automóvil de la directora de la escuela apareció volcado sobre el escenario de la plaza. Sobre el cedro que aún se mantenía en pie junto al escenario de la plaza encontraron la cama de Dora Beata y durmiendo plácidamente en ella sin enterarse de lo sucedido se hallaban don José María Arroyuelo y (otra vez) la Comecoqui. Los pocos habitantes de González Plata que no se habían auto evacuado comenzaron a congregarse en la plaza, buscando a sus familiares y mascotas. Alguno comentó con gracia que la crecida había sacado al aire toda la mierda del ayuntamiento. Y, en efecto, era realidad. Literalmente como el empellón de la correntada había arrancado de sus cimientos al edificio, en su lugar sólo quedaba, el hueco del pozo ciego y su humanamente hediondo contenido. Entonces, como era de esperarse, la noticia cambió el lugar de reunión popular y como si fuese un gran imán todos se concentraron en derredor del pozo ciego. Se divertían descubriendo a quién pertenecería tal o cual excremento. Hasta que a alguien se le ocurrió que algunos excrementos eran antropomorfos. Y una duda censurable comenzó a apoderarse de los presentes.
El escándalo se hallaba latente pero nadie se atrevía a pensar siquiera en lo que habían visto. ¿Qué sería? En algún momento habían volado los comentarios. No. Eso era demasiado... aún para Antonov. Obviamente algunos allegados al poder político local hicieron correr la voz de que en una casa se estaría realizando acopio de “bebotes”de juguete con el propósito de abrir un local de venta y que la crecida habría arrojado allí varios de estos. Y la gente, que prefería conservar su inocencia aldeana, aceptó de buena gana la propuesta. Durante las semanas siguientes se llevaron a cabo las tareas de reconstrucción del poblado y zona aledaña. Se enderezaron los castaños, se limpiaron los caminos rurales, se desmanteló el tanque de agua de la plaza porque ya no sería de utilidad. Se re emplazó el edificio municipal en su sitio original y finalmente Dora y José se divorciaron. La aldea era una calamidad, la mayoría de los proyectos productivos estaban pasados por agua y el hambre era un fantasma que sobrevolaba al acecho y de tanto en tanto su vuelo se interponía entre el suelo y el sol haciendo dar escalofríos a quienes tocaba con su sombra. Algunos comerciantes que habían logrado reabastecerse o proteger sus mercaderías de la crecida, temían por los saqueos. El encargado de Cerdolín había pedido custodia temeroso de perder los pocos chanchitos que habían sobrevivido. El autoservicio atendía a cortinas bajas y el único comedor comunitario que aún atendía era el de la parroquia. No tardaría en quedar desabastecido.
Una noche Manuel Maffinna y Ezequiel Ricce, dos conocidos muchachones amigos de lo ajeno se colaron por el paredón que daba a los fondos de la capilla y a la casa parroquial con intención de encontrar algo que llevarse. Se encapucharon. Ocultándose entre las sombras fueron acercándose hasta el deposito del comedor comunitario. Tantearon la puerta y nada. Ésta era muy pesada para forzarla. Observaron la camioneta del cura y las ventanas cerradas y a oscuras. Suponiendo que hallarían al Padre dormido e indefenso se aproximaron con sigilo total. Se asomaron apenas por la ventana del comedor y no hallaron al sacerdote pero encontraron la televisión encendida. Caminaron hasta la otra ventana, que correspondía a la habitación y entre la penumbra producto de la luz proyectada por el televisor en la habitación contigua distinguieron a Brenda arrodillada frente al cura y vieron como éste le acariciaba suavemente la cabeza, susurrándole: -así... así-. No parecía una confesión. Más que nada parecía lo inconfesable -uh, mirá Manuel, parece que se la está... - y el murmullo fue bruscamente interrumpido por la mirada del sacerdote que intuyó el movimiento afuera. Los adolescentes viendo frustrado su asalto por la vergüenza ajena huyeron sin llevarse nada.
Los días se iban sucediendo y comenzaba a pesar el laudo por haber participado de la fiesta de la lluvia que nos obsequiara Antonov. La hediondez era ya insufrible. Sólo cadáveres de flores poblaban las veredas. La mayoría de los perros y gatos habían resultado ahogados. Los jardines de las viviendas no lograban ser restaurados y en los huertos aledaños al poblado sólo los pájaros parecían disfrutar de la vida, ya que revoloteaban alegremente entre los castaños y picoteaban algún insecto allí, alguna semilla por allá. Tanto fue así que en un momento el alcalde temió por la excesiva proliferación de la especie y que a futuro complicara la próxima primavera la cosecha y floración y, consecuentemente incida en detrimento de la producción de año por llegar (como si no hubiera sido su responsabilidad la pérdida total del año en curso).
Había dos establecimientos productivos que habían quedado intactos tras la crecida uno de ellos era el criadero de canarios del señor Sepúlveda y otro el palomar de la esposa de Sottocorno. El primero por estar ubicado en un primer piso en el barrio de la loma y el segundo por encontrarse la señora Carmela con sus mascotas en una exposición en Ciudad Bravo la noche de la tragedia. – No puede ser, encima éste se salva- gruñó el alcalde.
BANDO
“El dignísimo ayuntamiento del Coronel González Plata en la honorabilísima figura de su Santidad el alcalde Sir Gonzalo Yosevik Antonov” plantea con carácter de necesidad y urgencia inapelable “la circuncisión compulsiva de todas las aves residentes en el ejido comarcal” bajo los siguientes vistos y considerandos:
Visto:
Que por sus inaccesibles residencias el agua no ha malogrado el hospedaje de las aves.
Que éstas se alimentan de semillas en su mayoría.
Que cuando la próxima primavera los huertos florezcan se habrán multiplicado excesivamente atentando contra el normal desempeño laboral en huertos y chacras.
Y considerando:
Que además de la gran cantidad de especimenes silvestres de distribución regional en estado salvaje.
Que en la localidad existen criaderos que potencian, ante posibilidades de fuga, el peligro de una superpoblación aviar en detrimento de los intereses humanos.
El dignísimo ayuntamiento del Coronel González Plata en la honorabilísima figura de su Santidad el alcalde Sir Gonzalo Yosevik Antonov, con la firma de los miembros de la concejalía uno por el Partido Popular, en contra, y tres por la Unidad Civil, a favor, sancionan con fuerza de disposición general:
Art.1-Ante los vistos y considerandos expuestos en el mismo se procederá al censado de pájaros silvestres y aves de corral y criaderos.
Art.2-Con el propósito de evitar el sobre poblamiento y sus posibles consecuencias se procederá a la esterilización aviar mediante circuncisión y/o amputación peniana.
Art.3-Dicha intervención quirúrgica será realizada por médicos veterinarios contratados por este ayuntamiento con cargo por parte de los titulares de corrales y/o criaderos respectivamente o dueños de huertos y/o solares donde se aposenten las bandadas silvestres.
Art.4-Los trabajos a realizar no gozaran de exención impositiva alguna debiendo en todos los casos el titular realizar el pago del correspondiente del IVA.
Comuníquese, archívese, y dése pública difusión.
Ante la pública difusión del Bando el señor Sepúlveda dio de baja su fondo de comercio y trasladó su criadero al vecino poblado de ciudad Sorondo ya que no solo le pareció absurdo sino que atentaba directamente contra sus intereses porque vivía precisamente de criar canarios que luego presentaba en exposiciones y torneos afines que elevaban el precio de sus pichones y, sin posibilidad, de cría era inútil todo su trabajo. Asimismo vendió su vivienda y nunca más se supo de él en González Plata. Entretanto el ayuntamiento había comenzado su campaña subliminal. La maestra Catalina Ballesta hablaba con sus niños de la escuela primaria y les explicaba el peligro residente en la proliferación desmedida de aves. Uno de los niños le preguntó si ecológicamente no era mejor no meterse con eso del control poblacional de especies silvestres con la simple pregunta: -¿Seño, la naturaleza no es sabia?- A lo que la maestra respondió enviándolo a la dirección.
En la aldea sucedían cosas más que irrisorias cuando algunos vecinos jugaban a justificar las acciones del alcalde. Ya se los escuchaba comentar en la feria y en el autoservicio sobre lo importante que era circuncidar a los canarios y palomos. Y, a su vez, tratar de convencer a los ciudadanos comunes del mal que ocasionaban aquellos que se oponían. Catalina era conocida en toda la comarca por ser obsecuente con el gobierno de Antonov. Era la socia N°1 del club “Antonov for ever”. Institución fundada en su momento por Dora Beata, su íntima amiga. Se comentaba que Catalina había tenido un romance con el anterior sacerdote, que había ocasionado la muerte “accidental” de su tercer esposo y que había sido ella quien le aconsejó al alcalde la construcción del paredón que secara el río Blanco. Los cierto es que sí, ya sin lugar a dudas era ella misma la encargada de la propaganda contra los criadores de aves. Una mañana en el autoservicio un vecino le preguntó si realmente pensaba lo que estaba diciendo, que era un proyecto inaplicable y que cuánto le pagaban por defender lo indefendible. Diez minutos después el vecino era trasladado al destacamento de carabineros y gendarmes. En otra ocasión un docente daba clases de Moral Civil según la normativa establecida en los programas de estudios que la directora le había entregado. El docente explicó cómo se elegían las autoridades, explicó las funciones de cada quién y la función del Rey, como vivo símbolo de la unidad nacional. Explicó asimismo lo que es la corrupción y que ésta no era exclusiva del poder político; podía encontrarse en el ámbito público o privado, nacional, regional, comarcal o local, tanto en la escuela, en la iglesia o en el ayuntamiento y que todo dependía de las personas que en cada estamento de la sociedad se desempeñaban y de la moral y la ética de cada uno de ellos. Luego de la clase confeccionaron, docente y alumnos, un afiche ilustrativo con el cual los niños de grados superiores explicarían a los más pequeños la moral civil. No. La clase alusiva no pudo concretarse porque Catalina se retiró antes de la escuela, volvió armada de una cámara fotográfica y fotografió partes del afiche que, según ella, ofendían directamente al alcalde acusándolo de promover la corrupción local. Acto seguido: clases suspendidas por la irrupción del carabineros y gendarmes en la escuela, llantos de niños, corridas, disparos al aire, intervención del sindicato y posterior detención del docente “subversivo”.
Así es que esta mujer terriblemente obsesionada por quedar bien con el “partido” de la Unidad Civil hacía cualquier cosa. Ahora pues, declamaba por todos los rincones de la aldea, la necesidad de llevar a cabo el descabellado proyecto de Antonov. Su desempeño durante este período de tiempo le valió el merecido reconocimiento: fue nombrada secretaria de la concejalía municipal. Dora Beata, con el fin de darle trabajo a una amiga, no tuvo mejor idea que la de crear la “sociedad protectora de animales” tal y como funcionaba en comarcas vecinas.
El primer acto administrativo fue llevar a cabo una demanda civil contra el Sr. Van Gorrea por supuesto maltrato a su can. La investigación arrojo como resultado que el citado can tenía un extraño caso de cáncer y el Sr. Van Gorrea demostró mediante la presentación de facturas y frascos vacíos que su perro estaba bajo atención veterinaria especializada. Acto seguido el Sr. Van Gorrea inició una demanda civil contra la protectora por calumnias e injurias. El chiste le costó $ 2.500 reales al ayuntamiento.
El segundo acto administrativo de la protectora fue la campaña de esterilización gratuita de perras y gatas. Se contrató para tal trabajo al sobrino de mamá de Armando. El muchacho había estudiado un semestre de veterinaria. Las esterilizaciones presentaron complicaciones. El 40 % de los casos tratados terminaron con la defunción de las mascotas. Se suspendió por tiempo indefinido la implementación de la campaña.
Entretanto Antonov se hallaba abocado a la tarea de clausurar o arruinar el palomar. Enviaba a cualquier hora del día o de la noche a sus inspectores a la casa de Sottocorno. Una de las veces no encontraron aves ya que se hallaban de viaje con motivos de otra exposición. Otra de las veces irrumpieron en la propiedad de noche y por la fuerza. Pero si bien llevaban la orden de inspección y decomiso para posterior amputación cayeron en el error de cometer allanamiento de morada. Máximo los corrió a puntapiés y los inspectores nada pudieron hacer. En una ocasión en que parecían tener a Máximo Aurelio en sus manos llamaron a la puerta y le enrostraron: orden municipal, resolución general que daba el marco legal para su cumplimiento y orden de allanamiento firmada por un juez. Asimismo los funcionarios concurrieron al lugar acompañados de la fuerza pública “por si el ciudadano se rebelaba”. Pero en el preciso instante en que máximo les permitía ingresar a su vivienda, su mujer abría de par en par las puertas del palomar. Y... ¡palomas al viento! Otra vez hacía agua la corsaria intención del ayuntamiento.
El tercer y último acto administrativo de “la protectora” fue el inicio de una demanda civil contra el mismísimo ayuntamiento de González Plata por crueldad contra los animales. A partir de una denuncia presentada por el Sr. Sottocorno. La demanda siguió su curso legal y finalmente el Superior Tribunal de Justicia falló contra el ayuntamiento. El alcalde despidió a todos y cada uno de los empleados de la protectora y finalmente hizo desaparecer a la institución argumentando problemas presupuestales. En seis meses de funcionamiento le había ocasionado una perdida similar al ejercicio fiscal de cinco años. Y... sí. ¡No existía presupuesto que lo soporte!