viernes, 2 de abril de 2021

Proyectos inaplicables y la puta costumbre de poner el palo en la rueda Xlll

 

Purgatorio: O La Clausura De “Las Puertas Del Cielo

El príncipe aldeano meditaba en su despacho la manera de subsanar el daño cometido con la publicación de las fotos de su madre en paños menores. El programa emitido había sido lapidario. Todo González Plata comentaba que “la Anta” era la madre del alcalde. Gonzalito observaba esta mañana desde la ventana de su despacho otra vez al espejo visigodo “¿Cómo hizo Sottocorno para ver allí a la virgen? La verdad yo desde hace un tiempo no veo ni el reflejo del edificio del ayuntamiento, es más no veo ni mi reflejo estando frente a él. Veo todo negro” en esto pensaba cuando pálido entró Paco y le dijo: 

-Hoy, la televisión nacional mostró unas confusas imágenes tuyas saliendo de Las Puertas Del Cielo. El comentarista decía que esa era la prueba irrefutable de que la señora en cuestión sí era tu madre. Ésa y el terrible parecido físico. ¿No me habías dicho que tu madre había muerto y que te criaste en un orfanato? Ahora comentan que la inscripción de tu bis tátara abuela fue adulterada y que ya ella era puta.

-¡Mentira!- gritó alborotado el alcalde

-Entonces ¿qué hacías saliendo del puterío con cara de nene mimado?

-¡Mentira! ¡No! Mañana mismo los clausuramos.

Dicho y hecho a la mañana siguiente ante el desconcierto de todos Antonov clausuró Las Puertas Del Cielo. Esto causó mayor indignación de lo supuesto. Primero porque la institución tenía actas escritas en mozárabe (no sé tal vez sería gaélico o galego antique) que daban fe de estar en funciones mucho antes de la conformación del estado y de la creación del ayuntamiento. Un permiso firmado por Torquemada, documentos que aseveraban el funcionamiento, sustento y estancia más allá de reinados y religiones, de alcaldes y de leyes. Dos: el ayuntamiento no tenía motivos para cerrar la institución fundamental y fundacional de la aldea. Tres: las putas no tendrían dónde desempeñarse y coparían las calles céntricas y otras esquinas del caserío. Cuatro: había damas de sociedad que era Vox Pópuli que atendían sus propias citas cuando sus maridos visitaban el burdel. Y lo que más molestaba era la sospecha manifiesta de que Antonov lo clausuraba por haberse hecho público lo de su madre. Aunque él lo negara.

Necio por naturaleza desoyó la voz popular y la clausura se efectivizó “Se hará como YO lo dispuse” algo se olía cada vez peor en la aldea del pretendido príncipe. Mesitas a la calle, bromatología arreando con las botellas y cintas rojiblancas indicando la clausura. Sin orden judicial, sin lectura de derechos, sin motivo válido; pura demagogia, cada vez más inaplicable.

Llegó la noche desolando al páramo. Una lúgubre sombra asoló a la aldea. Y a los corazones de los solitarios que no hallaban pecho para llorar ni vagina en que derramar sus urgencias. Los jóvenes comenzaron a consumir alcohol en la vía pública (como aquella fatídica semana de la hoguera de Dora Beata), los maridos llegaron temprano y más de uno encontró el cuarto ocupado.  Picadas de automotores, gritos por doquier, rameras ostentando su humanidad en las esquinas, en el centro, por la calle principal, en la puerta del ayuntamiento, en los patios internos de la concejalía, en la plaza, en la ribera ahora rumorosa del gran río Blanco, en lo que otrora fuera la estación del ferrocarril. En fin la aldea se hallaba infestada de putas. Y éstas, lejos de caer en la desazón del desocupado siguieron haciendo lo que mejor sabían hacer. Hacer felices a los hombres a cambio de unos dinerillos, el trueque más antiguo que el mundo haya jamás podido concebir (valga la coincidencia analógica). Carabineros y gendarmes arrestaron a algunos amantes atrevidos que se ufanaron de hacerlo sobre la vía del ferrocarril, otros sobre el cantero en la puerta principal de la escuela. Un travesti  fue arrestado ofreciendo su sorpresita parado en la puerta de acceso del ayuntamiento. Más amantes practicando “el misionero” en la puerta de la iglesia y un borracho enseñando “la tararira” en las mesas de concreto ubicadas en la ribera.

Un descontrol. Sumado a esto, rameras de comarcas aledañas en solidaridad con las putas locales habían invadido el poblado y felaban gratis a las puertas del clausurado burdel. Se cerraron las puertas del cielo y el coronel González Plata parecía haber quedado fuera. O, mejor dicho adentro y en medio de una terrible orgía en la que  “a falta de luz” sólo ligaba... sin poder dar.

La mañana recibió a la aldea otra vez entre despojos humanos. Parecíamos haber retrocedido en el tiempo hasta “las vacaciones más locas del reino”. Un asco. Cuerpos enseminados, diseminados por todo el poblado. Preservativos (usados y sin usar) distribuidos parejamente por todo, absolutamente todo el lugar. “Había más de ésos que piedras en la calle” anunció la radio local. El nuevo párroco fue a mojarse las manos en el agua bendita y extrajo de allí un par de ésos, embebidos en el agua bendita de la perpetuidad y la vida. Cuando el alcalde quiso entrar al ayuntamiento se le atoró la llave con un profiláctico que estaba (usado) incrustado en la cerradura de la puerta principal. –Por algo ingresamos por atrás- comentó la secretaria de mesa de entradas.

Finalmente “La Anta” madre de Antonov dirigiendo una multitudinaria protesta frente al ayuntamiento convocó a los medios y destapó la olla que desde hacía un tiempo largaba vapor y aroma por los costados.

-¿Nombre?

-Antonia Antonov, “La Anta”.

-¿Profesión?

-Ramera

-Yyyyy, díganos madame ¿Cuál es el reclamo?- Preguntó el periodista del noticiero de la televisión regional que impuso su vozarrón sobre los veinte micrófonos que rodeaban a la ramera.-Porque, no es muy común ver una protesta de este tipo. ¿Verdad?

-Es que mi hijo, el alcalde de esta aldea, parece ser que reniega de su madre y que luego de mantenerme en el anonimato durante... - y la Antonia habló, hablo, y habló hasta dejar a Gonzalo hundido, diríamos, hasta el cuello. “Hijo de puta” dirían algunos “¿cómo va a hacer esto?” De allí en más intervino Derechos Humanos y Máximo Sottocorno se dedicó a juntar firmas para solicitar un permiso especial ante el rey. Se juntaron las firmas y el rey autorizó a “la Anta” a seguir ejerciendo la profesión más antigua, en el local más antiguo de toda la comarca. A excepción de la capilla que era ya monumento histórico.

Semanas más tarde El gobierno de su majestad declaró a la casa de citas Las puertas Del Cielo monumento nacional inamovible, a perpetuidad. A fin de cuentas: ¿Quién alguna vez no sucumbió a los encantos del pague y lleve?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario