miércoles, 26 de agosto de 2020

Miracle (miraculum)

El día en que el ayuntamiento hizo público el bando en que ponía de manifiesto que repartiría gratuitamente agua a la población sucedieron dos cosas que helaron la sangre de muchos de los ciudadanos comunes y a todos los vecinos.

1° milagro: al San Antonio ubicado en la ermita parroquial se le cayó el niño Jesús de los brazos.

2° milagro “el secular”: el espejo emplazado en la vereda de enfrente del ayuntamiento reflejó una imagen de la Virgen María que lloró 397.000 galones de agua salada.

Estos sucesos llamaron la atención de los mismos de siempre. Alguno de ellos recurrió al lugar común: “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía”. Conociendo a Antonov nada venía de arriba. Ni el agua de lluvia.

Lo interesante del asunto y fue precisamente éste asunto el que dio el título de secular al segundo milagro, fue cómo “Sancho” intentó sacar provecho de la aparición de la virgen. Sería martes o miércoles y el sacerdote hizo replicar las campanas de la iglesia convocando a misa. Se reunieron vecinos y simples ciudadanos frente a las puertas del templo donde los recibió el párroco con una imagen de María dispuesta para una procesión. La imagen era transportada por sus dos monaguillos y algunos de sus niños de Catecismo portaban floreros y banderas amarillas y blancas. Luego de unas palabras a las que nadie prestó atención se inició la corta marcha consistente en un cántico de gloria durante las tres cuadras que separan (plaza por medio) la iglesia del ayuntamiento. Frente a éste se disponían en hileras algunas de las sillas prestadas por la escuelita para el oficio religioso que se pretendía llevar a cabo en honor a la sagrada virgen del agua. 

Craso error: ante tal manifestación de fe, la inmaculada madre de Jesús sonrió y dejó de llorar.

 Creyéndose tal vez conductor de los destinos del pueblo Gonzalo Antonov se asomó por el amplio ventanal de su despacho y saludó con ambas manos en alto como si con ese ademán abrazara a todos los concurrentes (que como no iban a verlo a él ni siquiera notaron su presencia por lo que el príncipe aldeano disimuladamente retrocedió sus pasos e intentó simular que trabajaba). 

El párroco dio comienzo a la ceremonia de misa en honor a la virgen. Todo se desarrollaba con cierta normalidad pueblerina hasta que el padre “se la mandó” y dijo que las lágrimas de la virgen eran respuesta a un pedido suyo y que la intención futura era pedir limosna a los peregrinos que ya comenzaban a llegar desde los lugares más recónditos del reino. Y entonces la imagen desapareció del espejo. Tornóse el cielo de negros nubarrones y como en años no sucedía granizó. Granizó copiosamente sobre la cabeza del sacerdote, apenas salpicando a los concurrentes y devotos. La misa quedó suspendida. Y por la tarde la imagen de la virgen volvió a presentarse sobre el espejo. Y volvió a llorar amargas y abundantes lágrimas.

“Sancho” se refugió en su capilla perseguido hasta allí por la nube de granizo que ya se despejaba frente al ayuntamiento y se negó durante toda la tarde a recibir el consuelo de los parroquianos que se hallaban anonadados por lo sucedido. Pensaba en que la virgen le había vuelto la espalda a la vista de medio pueblo y ahora ¿qué podía esperar a que le suceda?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario