Serían las
tres de la madrugada. José Melipal, Antonio Liberau y Gonzalo Antonov se
escabullen entre castaños al acecho del hacendado dueño de la estancia “Cuerpo De Hombre” a metros del río.
Tres y
quince: las farolas del automóvil se aproximan a la casa perseguidas por un
rugido (leve) y una carrocería de delgado metal, revestido de pintura costosa y
vidrios polarizados. Entre las sombras que se resisten al avance de los
candiles se camuflan los tres hombres que se abalanzan sobre el indefenso y
sorprendido terrateniente. La excitación, la adrenalina y el atropello digno de
indignos impide que los hombres (ni siquiera uno de ellos) noten a la distancia
las luces (mucho menos potentes) del vehículo en el cual llegará, siempre en el
peor de los momentos, el resto de la familia Barlovento.
El viejo sí lo nota y realiza un ademán que asusta a Gonzalo, quien
presiona la colilla del disparador del 32 Smith & Wison que escupe un
diente de plomo que muerde el cuello de Barlovento provocándole una erupción de
sangre y chillidos de cerdo. Ante el imprevisto y pensando sólo en el dinero
(no querían lastimar a nadie) Melipal y Liberau intentan asistir al viejo sin
notar que Antonov se convertirá en cena de sombras y por varios años no lo
volverán a ver. Se tirotean con el hijo del viejo y en breve son rodeados por
carabineros y gendarmes. Nadie sabe nada del tercer hombre. Los reos son
interrogados una y otra vez pero insisten en haber estado solos en el atraco.
Ya en el poblado, Antonov ingresa “para disimular” al local partidario
de la Unidad Civil, agrupación en la que lo había metido su amigo, el abogado
Paco Malaspina. Luego de algunas profundas respiraciones estaba listo para
disimular la tragedia en la que había sido mecenas y primer actor. Cruzó unas
palabras con Paco y participo airadamente de las discusiones con un frenesí de
poseso. Esto sorprendió a más de uno que lo tenía por “corto” o “medio opa”.
Hablaba con la velocidad de un relator de fútbol y era su oído el mejor de los
guardametas o arqueros atajando todo lo que por lo bajo le indicaba el abogado.
Sorprendió.
Ante semejante grandilocuencia de este común se enfrentaba el deseo de
nadie, de hacerse cargo del ayuntamiento. La gestión anterior había incurrido
en numerosos desmanejos, producto del excesivo gasto sin control del partido
popular, y ahora en las cercanías de los próximos comicios, ninguno de los
señores quería ensuciarse las manos. Era necesario un chivo emisario. Alguien
nuevo que tuviera una linda cara y una predisposición natural a ser llevado de
las narices. Alguien que fuera joven, inexperto, inescrupuloso y sobre todo
poco letrado, para poder hacer el mal con su mano, sin que lo notase (con
brazos abiertos a este Ladri el partido lo recibió gustoso[1]). La
política no es para los comunes, creía la Unidad Civil; porque hay cosas que
los comunes no entienden.
Cuando la patrulla pasó frente al salón partidario ni sospecharon que
el tercer hombre podría ser Antonov. No, ni se les pasó por sus estrechas
mentes de milicos de aldea... ni en sus más miserables sueños hubieran
sospechado de él.
Los días se sucedían entre paranoia y charlas de mitin. El Partido
Popular habíase quedado prácticamente en ruinas. Y entre los señores nadie se
jugaba a resucitar como a Lázaro al difunto ayuntamiento enfermo terminal de
mal desempeño administrativo del anterior ejercicio municipal. Así fue como
Paco infló a Gonzalo y en pleno debate se sugirió su nombre para la presidencia
del ayuntamiento. La Unidad Civil tenía ya su candidato. Y los comicios
tuvieron el resultado lógico luego de una gestión deplorable, dando en esta
ocasión, lugar a un hombre joven y desconocido que asumiría como alcalde. Y que
se adueñaría de dicho título por los próximos treinta y dos años.
Desde ese día perdido en los anales de la ínfima historia de las
comunidades de este rincón del reino Gonzalo Yosevik Antonov guardó el 32 Smith
&
Wison para siempre, y se calzó los guantes blancos.
Los primeros años de gestión fueron aceptables ya que como hombre común
conocía las necesidades de los aldeanos. Sacó a sus amigos de la cárcel y los
empleó de guardaespaldas. Compró a la totalidad de los miembros de la
concejalía. (Bueno... uno que no aceptó tuvo un lamentable accidente.) Extendió
la red de agua potable llevándola hasta las casas... de quienes pudieran pagar.
Y... paulatinamente, eliminó la oposición por la razón, la fuerza o el poder
monetario.
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