miércoles, 28 de abril de 2021

Contienda electoral


        La campaña electoral fue desangrante. Los candidatos se dieron duro. Más que presentar proyectos y propuestas de gobierno sacaban trapitos al sol. La indignidad popular se puso de manifiesto en las repartijas pre electorales. Alianzas, traiciones y otras yerbas. De máximo Sottocorno y los mismos de siempre ya no se hablaba, presos en el anonimato del retorno cada uno a su propia rutina. Tampoco nadie hacía mención al plan. “La justicia se expedirá” pensaban y Antonov disfrutaba de la poca memoria popular. La contienda se realizaría entre dos alianzas: “La Confederación De Delos” y “La Junta Del Peloponeso” de aquí en más la hegemonía o la hecatombe radical, mítica, total.

La noche previa a la elección, en plena veda política Dora Beata surcaba con su camioneta las desiertas calles de la aldea repartiendo bolsitas con el sufragio y un billete de veinte. Gran parte de la población se sumó a la caravana de “voluntad civil” que, según Antonov, había sido espontánea. Recorrían las calles vitoreando al alcalde y proclamando su ascenso a la corona: 

-¡Antonov, Antonov: te queremos en Nación! ¡Antonov, Antonov: te queremos en Nación! ¡Antonov, Antonov: te queremos en Nación! 

Ya varios estaban al tanto de las pretensiones nobiliarias y del deseo del alcalde de formar parte del gobierno nacional y, de ser posible, desplazar al rey. La extensa hilera de automóviles envueltos en bocinazos, gritos y banderas recorrió todos los barrios de la aldea hasta que el chofer del primer vehículo giró mal en una esquina. Sí. Justo en ESA esquina y la caravana toda se encontró frente “al plan”. Los oficiales de la guardia real cerraron el paso de la comitiva y el silencio invadió toda el área.

El silencio fue dejando su lugar a un murmullo generalizado y el murmullo generalizado dio paso al leve sonido de las pisadas de los pobladores que comenzaron a desconcentrarse rumbo, cada uno, a su hogar. Gonzalo Antonov trepó al techo de la camioneta que lo trasportaba y a los gritos prometió entregar a cada uno su vivienda, si ganaba, a pesar de la intervención judicial en el asunto. Tarde. Para cuando terminó de hablar sólo quedaban los punteros políticos y los choferes de los vehículos (que lejos de ser por movilización espontánea del pueblo estaban esperando la paga).

 

        Siete de la mañana. Los fiscales partidarios y presidentes de mesa se presentan en las dos escuelas designadas para el acto de ejercicio democrático de hoy. Todos se saludan de mano y no guardan la sutileza de esconder el desprecio que en algunos casos esto les produce. Los vecinos y simples ciudadanos van llegando apáticos casi en reflejo de ocio. No demuestran voluntad ni preferencia. La mayoría llega y se van caminando y a las puertas de sendas instituciones educativas se amontonan vacíos los automóviles identificados con letras o números según el bando para el que trabajan.

 

    En el pasillo de la escuela primaria se escucha a Rubén Aceituno refunfuñando: 

 

    -¿Lo has visto? ¿Lo has visto? ¡Me ha robado! ¡El hijo de Antonov me ha robado!

 

    -¿Cómo que te robó?

 

    -¡Y claro! Yo iba con mi vehículo a buscar al viejito Sánchez para traerlo a votar y el viejito tenía la boleta nuestra. Y podés creer que llega este que iba media cuadra antes que yo ¡Y me lo manotea y se lo sube al auto y le cambia el voto!

 
    ¡Hijo de puta! ¡Eso no se hace... es manipular al electorado!- Claro como que tampoco fuera manipular al electorado ir a buscar a un anciano y meterle el voto en el bolsillo. Jugamos entonces al cazador cazado. O diríamos que ahí va un muerto, estando degollados.

 

    Los comicios se desarrollaron sin mayores problemas. A las dieciocho horas se procedió a la clausura del acto electoral. El oficial de carabineros y gendarmes puso llave a la puerta de acceso y en cínico acto de fiesta democrática los presentes despidieron la jornada envueltos en un fuerte aplauso. Alguno que otro disimuló un lagrimón indiscreto. Cada presidente de mesa ingresó a su cuarto oscuro seguido de fiscales partidarios, candidatos, fiscales generales y en algunos casos prensa especializada.

 

    Acaso parecía que estuviésemos en otro lugar. El resultado electoral no mostraba la tendencia esperada. 

 

    -¿Qué pasa con los fiscales? ¿No pagaste?- le preguntó Gonzalo a su asesor legal.

 

    -No sé boludo... pará que averiguo-. Entró en uno de los cuartos oscuros y llamó al fiscal de la unidad civil.

 

    - Escuchame vos ¿no repartiste lo sobres o qué pasa?

 

    -¡Mire jefe... se pudrió todo!

 

    -¿Qué, cómo que se pudrió todo? ¡Explícate!

 

    - La tendencia es de diez a uno... a favor de la Alianza Popular. Además, el maestro y el fiscal del RI no aceptaron los sobres y me amenazaron con denunciarme, por eso está el oficial aquí adentro “para evitar presiones”. Bajo estas circunstancias no hay arreglo que banque. Me parece que perdimos.

 

    La escena se repetía fatídicamente en todas las mesas de la comarca. Presidentes que no se dejaron sobornar. Fiscales leales (muchas veces no de la Alianza Popular sino del tercer partido) y el vuelco del electorado hacia la opción de cambio. O en contra de Antonov. Imbatible, arrolladora, imposible de impugnar o de disimular. 

 

    Al cerrar el escrutinio el porcentaje de sufragio era de 78% para la Alianza Popular Para El Cambio y EL Crecimiento, el 12% para el RI (Republicanos Independientes) el 8% para los votos en blanco y nulos y tan sólo el 2% para La Alianza De La Unidad Civil. El clima era de euforia y desesperación. Euforia popular y desesperación civil. Los ciudadanos salieron a las calles festejando como en carnaval. Se concentraron en la plaza y explotaron fuegos de artificio iluminando el cielo como si fuera la media tarde. Sonaron las sirenas de bomberos y ambulancias. Doblaron las campanas de la capilla al unísono con la campana de la escuelita primaria, cantaron los gallos y aullaron los perros. El pueblo todo era una fiesta; para todos menos para ellos. 

 

    Calladamente juntaron sus cosas y se retiraron al comité de campaña. Malaspina tartamudeaba, a Dora Beata se la escuchó murmurar que esto se lo veía venir que por eso ella ahora estaba en la capital de la comunidad regional, Timoteo mudo y Esteban Calandria intentaba que los futuros ex funcionarios realicen una autocrítica que no realizarían nunca. Antonov parecía estar embalsamado. Se le agrandaron los ojos como en expresión de asombro permanente, su nariz parecía proyectarse hacia delante de manera grotesca, su piel amarilla como de ictericia, sus manos temblorosas, su paso cansino y mudas sus palabras. Sólo atinó a preguntar si alguien le acompañaba a tomar una copa. Nadie le respondió. Ahora ya no era importante, ahora ya nadie necesitaría de sus favores, ya nadie dependería de él. 

 

    Llegó a su casa solo y triste luego de recorrer los kilómetros que separaban las aldeas. Le recibió su nueva esposa con un abrazo frío y escarcha en los ojos. No comió; sólo se bebió unas copas de un amargo wishky importado, sin hielo. Se acostó a lidiar contra el insomnio y la desolación de saberse, otra vez un hombre común, un simple ciudadano. Finalmente el alcohol y el cansancio de la pesada y frustrante jornada electoral lograron hacer que se duerma.

 

 

 

 

    La noche de su derrota electoral Gonzalo Yosevik Antonov tuvo el peor de los sueños. Soñó como nunca, con su antiguo enemigo. Y con el barrio aquél que fuera el desencadenante de su derrumbe y del consecuente derrumbe de todos sus sueños. Ahora que ya no habría de ser nunca más lo que había sido en sus tiempos de gloria, no tendría lugar donde ir. ¿Quién le daría refugio?¿Dónde se escondería de su propia vergüenza? ¿Qué sería de él?

 

    Mientras cavilaba en estas reflexiones se incorporó y abandonó su lugar en la cama. Sentía el frío viento sobrevolar el poblado. Sentía cómo, una a una, esas ráfagas gélidas helaban cada rincón escondido dentro de él. Llegó hasta el baño, se lavó la cara y se observó. Sus grandes ojos, más grandes hoy, tanto que no podían disimular el asombro de su derrota. Su prominente nariz, su bigotito ralo, su aspecto de buen hombre, ese aspecto que lo había llevado a la gloria. Y ahora... ahora que todo era nada sólo le esperaba la amargura de los derrotados.

 

    Se vistió. Escapó de su casa a hurtadillas y manejó los kilómetros que separaban su hogar en ciudad Sorondo de la aldea del coronel González Plata. Ingresando en el poblado aún podían verse grupos de personas reunidas en fogones festejar alegremente. Llegó al que había sido en los últimos treinta años SU ayuntamiento. Estacionó el automóvil sobre la vereda y cruzó a la vereda opuesta. De frente al espejo lo miró y le dijo: 

 

    -¡Ahora entiendo porqué en los últimos días me reflejabas un panorama todo negro!

 

    Sin lugar en el mapa donde esconderse de su propia vergüenza respiró profundo, tomó envión y se hundió en el espejo. Desapareciendo dentro de él. Para siempre.

 

Fin

 

miércoles, 21 de abril de 2021

La última Cena

 Gala en el club de caza y pesca

Con motivos de acercarse ahora los comicios para renovación de autoridades comarcales (alcalde y miembros de la concejalía) la Unidad Civil organizó una cena en el club de caza y pesca ya que éste brindaba un ambiente más cálido e íntimo que el club social de González Plata. Digno recinto de cazadores el salón principal estaba poblado de “trofeos de caza” consistente en cadáveres embalsamados de osos, ciervos de distinta clase, alce americano, bisonte americano, jabalí (facoquero y europeo) y guanaco sudamericano entre otros.  En otra sala contigua que fuera recientemente pintada de un color rojizo a la usanza estilística de los adelantados españoles en el cono sur de América se apreciaban trofeos a “cráneo blanco” consistentes en la osamenta craneal de los animales sacrificados incrustados cada uno en un escudo de madera lustrada y en bronce una pequeña placa que indicaba el nombre en latín de la especie y el lugar de captura.

Los invitados recorrían el recinto observando entre maravillados y espantados el espectáculo inerte al que no estaban acostumbrados. Llegaron desde la capital de la comunidad regional el superintendente, y su secretaria Dora Beata de la Cruz. Asistían algunos alcaldes de la unidad civil de comarcas aledañas, un diputado y los candidatos locales: Antonov, Cordones, Calandria, y otros de menor rango partidario. La cena se desarrolló como de costumbre y a la postre se delineó el procedimiento a seguir durante la campaña. Finalizando la cena alguien recordó a Alberto... 

-¡Cómo te cagó ese gordo con los votos que no tenía y te los vendió!

- Hablando de Renguetti ¿Alguien lo ha visto últimamente?

Nada. Silencio total como de tumba. Es que nadie lo había vuelto a ver y estas cuestiones se iban acumulando. Secretamente el ambiente no se estaba tornando favorable a Antonov y algunos veían fantasmas de otras épocas que nadie quería revivir.

-Ése... es un muerto político. Con las traiciones que se mandó traicionó al Partido Popular, para luego traicionar a los del Billar por unos pesos que le tiré.- comentó entre fastidiado y risueño el alcalde.

Pero lo cierto es que nadie había sabido de él en la aldea. Y los del Partido Popular podrían perdonarle todo, todo menos trabajar para la Unidad Civil. En otras épocas una jugada así podía terminar en guerra civil. Cuando la reunión había terminado Gonzalo Antonov y Paco Malaspina se detuvieron a contemplar un trofeo del cual no habían podido definir su especie y que los había intrigado durante toda la cena. Cráneo redondo, sin colmillos, cuenca ocular ciertamente hundida al estilo de primates o humanos. La pequeña placa de bronce decía: “Iscariotes Trancerum Platensis” Comarca Extremo Boreal.

-Mirá: ¿No te hace acordar al gordo Alberto Renguetti? ¡Ja, ja, ja! 

Rieron e inmediatamente callaron. 

Un escalofrío. 

Repentinamente se les heló la sangre.

jueves, 8 de abril de 2021

Sin lugar en el mapa

 

Hacía ya varios meses desde que se había hecho rodar la noticia de la intervención de la Real Casa De Justicia en el asunto de “el plan” de viviendas para González Plata. Ya los trabajos se habían interrumpido y oficiales de la guardia real ostentaban sus armas a aquellos que intentaban acercarse a los obradores. Las casitas ya casi por completo concluidas en su construcción comenzaban a demostrar signos de abandono tales como: basura en los patios y cercos, incipientes matas de yuyos, telas de araña, mantos de polvo sobre los techos y en los extremos de las aberturas y alguna que otra incluso rajaduras. Había sido en su planificación un hermoso barrio, con amplias veredas de doble arbolado, casas iguales pero en las esquinas la caída de los techos era en sentido opuesto lo que evitaba el aspecto de simetría absoluta que suelen tener los barrios de operatoria. Las casitas, pequeñas sí, pintadas de colores diversos y vivos. Pero ahora parecía un barrio fantasma. Al principio, cuando llegara la orden judicial, mantenían de noche las farolas iluminando las calles, despertando la ansiedad y la esperanza de los ciudadanos que las pretendían, que las necesitaban. Y también de aquellos que sin merecerlas ni necesitarlas pretendían lucrar mediante el cobro de alquiler a algún pobre infeliz que la había pretendido como propia. Esto último ya había sucedido en González Plata.

Cada vez era más fuerte el comentario de “el barrio fantasma de Antonov”. Cuando por las noches se comenzó a apagar las farolas el lugar comenzó a tomar un aspecto espectral y ya los niños y las mujeres preferían no pasar por allí cerca. Los vecinos murmuraban haberse sentido estafados en su “buena fe” por el pretendido príncipe aldeano.

- Nos mintió desde siempre, al final: ¡linda frutita resultó!

Los meses corrían como hoplita en Maratón: pesados, recargados, y ya sin aire ni fuerza. Un periodista de la televisión local preguntó al fiscal encargado de llevar adelante la investigación si demoraía mucho la entrega de las viviendas puesto que “la gente las estaba esperando”.

-Bueno: mire mi amigo- respondió el fiscal- Aquí hubo más que desprolijidades. Se jugó con el sentimiento de la gente que necesitaba vivienda, se manipularon recursos de la corona, se aceptó como auténtica documentación que parecía hecha por un niño de primaria, se legisló una resolución que el mismo ejecutivo se negó a leer y aplicar. En fin: hay motivo suficiente para que intervenga la justicia. Que la gente la está esperando habría que haberlo pensado antes. ¡Antes de hacer tanta chanchada hombre! ¿Qué? ¿¡Ahora me van a culpar a mí por la no entrega de las casitas!? ¡Hay que buscar a los verdaderos responsables, a los que hicieron mal las cosas y a los que sabiendo que no les correspondía buscaron acomodarse sin pensar en los demás!

viernes, 2 de abril de 2021

Proyectos inaplicables y la puta costumbre de poner el palo en la rueda Xlll

 

Purgatorio: O La Clausura De “Las Puertas Del Cielo

El príncipe aldeano meditaba en su despacho la manera de subsanar el daño cometido con la publicación de las fotos de su madre en paños menores. El programa emitido había sido lapidario. Todo González Plata comentaba que “la Anta” era la madre del alcalde. Gonzalito observaba esta mañana desde la ventana de su despacho otra vez al espejo visigodo “¿Cómo hizo Sottocorno para ver allí a la virgen? La verdad yo desde hace un tiempo no veo ni el reflejo del edificio del ayuntamiento, es más no veo ni mi reflejo estando frente a él. Veo todo negro” en esto pensaba cuando pálido entró Paco y le dijo: 

-Hoy, la televisión nacional mostró unas confusas imágenes tuyas saliendo de Las Puertas Del Cielo. El comentarista decía que esa era la prueba irrefutable de que la señora en cuestión sí era tu madre. Ésa y el terrible parecido físico. ¿No me habías dicho que tu madre había muerto y que te criaste en un orfanato? Ahora comentan que la inscripción de tu bis tátara abuela fue adulterada y que ya ella era puta.

-¡Mentira!- gritó alborotado el alcalde

-Entonces ¿qué hacías saliendo del puterío con cara de nene mimado?

-¡Mentira! ¡No! Mañana mismo los clausuramos.

Dicho y hecho a la mañana siguiente ante el desconcierto de todos Antonov clausuró Las Puertas Del Cielo. Esto causó mayor indignación de lo supuesto. Primero porque la institución tenía actas escritas en mozárabe (no sé tal vez sería gaélico o galego antique) que daban fe de estar en funciones mucho antes de la conformación del estado y de la creación del ayuntamiento. Un permiso firmado por Torquemada, documentos que aseveraban el funcionamiento, sustento y estancia más allá de reinados y religiones, de alcaldes y de leyes. Dos: el ayuntamiento no tenía motivos para cerrar la institución fundamental y fundacional de la aldea. Tres: las putas no tendrían dónde desempeñarse y coparían las calles céntricas y otras esquinas del caserío. Cuatro: había damas de sociedad que era Vox Pópuli que atendían sus propias citas cuando sus maridos visitaban el burdel. Y lo que más molestaba era la sospecha manifiesta de que Antonov lo clausuraba por haberse hecho público lo de su madre. Aunque él lo negara.

Necio por naturaleza desoyó la voz popular y la clausura se efectivizó “Se hará como YO lo dispuse” algo se olía cada vez peor en la aldea del pretendido príncipe. Mesitas a la calle, bromatología arreando con las botellas y cintas rojiblancas indicando la clausura. Sin orden judicial, sin lectura de derechos, sin motivo válido; pura demagogia, cada vez más inaplicable.

Llegó la noche desolando al páramo. Una lúgubre sombra asoló a la aldea. Y a los corazones de los solitarios que no hallaban pecho para llorar ni vagina en que derramar sus urgencias. Los jóvenes comenzaron a consumir alcohol en la vía pública (como aquella fatídica semana de la hoguera de Dora Beata), los maridos llegaron temprano y más de uno encontró el cuarto ocupado.  Picadas de automotores, gritos por doquier, rameras ostentando su humanidad en las esquinas, en el centro, por la calle principal, en la puerta del ayuntamiento, en los patios internos de la concejalía, en la plaza, en la ribera ahora rumorosa del gran río Blanco, en lo que otrora fuera la estación del ferrocarril. En fin la aldea se hallaba infestada de putas. Y éstas, lejos de caer en la desazón del desocupado siguieron haciendo lo que mejor sabían hacer. Hacer felices a los hombres a cambio de unos dinerillos, el trueque más antiguo que el mundo haya jamás podido concebir (valga la coincidencia analógica). Carabineros y gendarmes arrestaron a algunos amantes atrevidos que se ufanaron de hacerlo sobre la vía del ferrocarril, otros sobre el cantero en la puerta principal de la escuela. Un travesti  fue arrestado ofreciendo su sorpresita parado en la puerta de acceso del ayuntamiento. Más amantes practicando “el misionero” en la puerta de la iglesia y un borracho enseñando “la tararira” en las mesas de concreto ubicadas en la ribera.

Un descontrol. Sumado a esto, rameras de comarcas aledañas en solidaridad con las putas locales habían invadido el poblado y felaban gratis a las puertas del clausurado burdel. Se cerraron las puertas del cielo y el coronel González Plata parecía haber quedado fuera. O, mejor dicho adentro y en medio de una terrible orgía en la que  “a falta de luz” sólo ligaba... sin poder dar.

La mañana recibió a la aldea otra vez entre despojos humanos. Parecíamos haber retrocedido en el tiempo hasta “las vacaciones más locas del reino”. Un asco. Cuerpos enseminados, diseminados por todo el poblado. Preservativos (usados y sin usar) distribuidos parejamente por todo, absolutamente todo el lugar. “Había más de ésos que piedras en la calle” anunció la radio local. El nuevo párroco fue a mojarse las manos en el agua bendita y extrajo de allí un par de ésos, embebidos en el agua bendita de la perpetuidad y la vida. Cuando el alcalde quiso entrar al ayuntamiento se le atoró la llave con un profiláctico que estaba (usado) incrustado en la cerradura de la puerta principal. –Por algo ingresamos por atrás- comentó la secretaria de mesa de entradas.

Finalmente “La Anta” madre de Antonov dirigiendo una multitudinaria protesta frente al ayuntamiento convocó a los medios y destapó la olla que desde hacía un tiempo largaba vapor y aroma por los costados.

-¿Nombre?

-Antonia Antonov, “La Anta”.

-¿Profesión?

-Ramera

-Yyyyy, díganos madame ¿Cuál es el reclamo?- Preguntó el periodista del noticiero de la televisión regional que impuso su vozarrón sobre los veinte micrófonos que rodeaban a la ramera.-Porque, no es muy común ver una protesta de este tipo. ¿Verdad?

-Es que mi hijo, el alcalde de esta aldea, parece ser que reniega de su madre y que luego de mantenerme en el anonimato durante... - y la Antonia habló, hablo, y habló hasta dejar a Gonzalo hundido, diríamos, hasta el cuello. “Hijo de puta” dirían algunos “¿cómo va a hacer esto?” De allí en más intervino Derechos Humanos y Máximo Sottocorno se dedicó a juntar firmas para solicitar un permiso especial ante el rey. Se juntaron las firmas y el rey autorizó a “la Anta” a seguir ejerciendo la profesión más antigua, en el local más antiguo de toda la comarca. A excepción de la capilla que era ya monumento histórico.

Semanas más tarde El gobierno de su majestad declaró a la casa de citas Las puertas Del Cielo monumento nacional inamovible, a perpetuidad. A fin de cuentas: ¿Quién alguna vez no sucumbió a los encantos del pague y lleve?

miércoles, 24 de marzo de 2021

El Plan

    Decepcionados por el resultado electoral y convencidos de que por las buenas no torcerían el brazo de Antonov. Máximo Aurelio Sottocorno y los mismos de siempre  llamaron al abogado y presentaron la denuncia en fiscalía. Tomó cartas en el asunto la Real Casa De Justicia y el resultado judicial, como era de suponerse, podría ser esperado “ad náuseam, ad eternitas”.

 

    Al enterarse de la novedad el alcalde y sus secuaces sudaron la gota fría. Sabían de los acomodos, sabían de la gente que no calificaba por poco y de los que no calificaban por mucho. Sabían que Malavida no debería haber sido inscripto por ser casi millonario y tener para comprarse o construir casa propia, sabían que “Madre” Grimaldi no reunía el mínimo haber solicitado, sabían que Valdemar poseía terreno del ayuntamiento, que Martell facturaba como para emprender su propio plan. Sabían que... sabían que... nunca sospecharon que los mismos de siempre llegaran a tanto. Pensaron que, como tantos, se quedarían en amenazas. Nunca pensaron que condenarían a los vecinos y ciudadanos a esperar eternamente la resolución de la Real Casa De Justicia, conocida por su aparato terriblemente burocrático. Y sabían los del ayuntamiento que una vez expedido el fallo (si es que en esta vida se expedía) la razón estaría del lado de Máximo y los de siempre. Ellos sabían; pero ahora ya era tarde.

 

    Comenzó pues a correr el rumor de que habría que esperar cinco años o más para que se entreguen las casas porque un grupo de insurrectos había antepuesto un recurso legal que condenaba a todos. Pero también se comenzó a comentar que si no hubiera habido tanto acomodo, que qué les costaba darle casa a Máximo y que si se presentaron en la justicia era que, en realidad, sí tenían las tan temidas pruebas. Gonzalo Antonov calmaba a sus vecinos diciéndoles que se queden tranquilos que él les entregaría las casas como y cuando se los había prometido.

miércoles, 17 de marzo de 2021

Sin lugar en el mapa

Diagnóstico “Pro” Antonov

    La carta de Máximo (la segunda) no pudo salir publicada en mejor ocasión. Vio la luz del matutino más leído justo el día de los comicios. Y fue la frutilla del postre que cerrara una triste campaña. Antonov estaba convencido de que Máximo le trabajaba por su “cojoneada electoral” y que sin darse cuenta beneficiaba sus aspiraciones regias. Claro... Nunca se dignó hablar con él y como el ciego que sistemáticamente se niega a ver se dejó engañar por Alberto, el gordo, Renguetti. En la última entrevista le había dado 80 bolsas con comestibles para que los del Billar (Barrios Independientes Llamando A Rebeldía) repartieran a cambio de asegurar más sufragios para él.

 

    Como Sottocorno se negó a venderse y a cuatro vientos proclamó su separación del partido, Renguetti no le entregó ni le comentó nada. Máximo sí había comentado lo sucedido a todo el que veía, a pesar de la vergüenza que le ocasionaba la traición de su amigo... del hombre que él había impulsado para ser oposición de Antonov. A algunas personas el poder se les sube a la cabeza aún cuando no lo tienen, nunca lo tuvieron ni lo tendrán jamás. Pocos en la aldea mantenían intacto el valor de la dignidad y éstos eran los mismos de siempre más los que simpatizaban políticamente con Máximo. Toda la semana deambuló Renguetti con su autito lleno de bolsitas rojas que sistemáticamente fueron rechazadas por los ciudadanos y vecinos del poblado. Ochenta bolsas = ochenta votos. Nada. Si no era capaz de regalar unas putas bolsas de comida ¿de dónde mierda sacaría los sufragios prometidos? ¿Entonces en la elección pasada los sufragios del Billar habían sido de Sottocorno y no de él como se la había creído?

 

    Sacó las papeletas que mantenía bajo llave desde aquellos días de “oposición” y arrugado al fondo del cajoncito un papel cuadriculado rezaba: Máximo Sottocorno, 167 votos; Alberto Renguetti, 101. Evidentemente la población no sólo había apoyado a Máximo sino que en más de una oportunidad votando a Sottocorno habían cortado boleta para no darle el sufragio a él: 

 

–¡Puta madre!-gritó y metiéndose el papelito en la boca los masticó y se lo tragó. Ofuscado llevó las ochenta bolsitas a la iglesia barrial del evangelio. – Tomá- de dijo casi con grosería al pastor... - ya sabés; por los votos.

 

- Sí, sí. ¡Claro!- respondió el pastor y le regaló una sonrisa más que cristiana; irónica. Todos en González plata sabían que el pastor ya había arreglado con Antonov. Pero cada feligrés votaba a solas en el cuatro oscuro.

 

    El gordo Renguetti amanecía hoy con la noticia de la carta en el periódico que desudaba su tramoya. Y con la realidad de no tener a quién ir a buscar para arrear con el sufragio. Apareció por el comité de la Unidad Civil tarde, a las diez de la mañana. Saludó y no fue bien respondido. 

 

–¿Te caíste de la cama?- le preguntó el jefe de campaña.

 

-No si ya estuve llevando gente a las mesas- se defendió Renguetti.

 

-¡Deja de mentir y límpiate esas lagañas! Estuve preguntando por vos y nadie te había visto ¿y tu amigo el opositor?

 

-Esteeee, no va a venir. A último momento se me dio vuelta- en eso ingresa por una puerta trasera Gonzalo quien no pudo disimular el fastidio que le provoco ver a Renguetti. El jefe de campaña cargó contra el alcalde: 

 

- ¡Ves boludo! ¿Cuánta plata tiraste con éste? Máximo no viene, dice Renguetti que se le dio vuelta a último momento; era sabido que no te iba a trabajar ni modo. Menos con esto del plan. ¿¡Leyeron la carta de hoy?! ¡Y este gordo te convenció que trabajaba para él... y para vos! ¡Ja, ja, ja! ¡No sé como lograste mantenerte tanto tempo como alcalde! ¡Já! 

 

    Antonov entre dientes ordenó a Renguetti que fuera a buscar a su gente y que la lleve a votar. El gordo salió pero como era de suponer los ciudadanos no quisieron ni subir a su automóvil ni recibir su boletita. “No gracias” le respondieron todos. Igualmente perseveró en su pantomima estacionaba el vehículo como siguiendo a otros e ingresaba en las escuelas detrás de algún grupo los contaba y se hacía el que los esperaba. Un juego infantil que le costaría caro. Regresó al comité de la Unidad Civil y pidió una lista de vecinos para ir a buscar. Nada. Ignoraron sus palabras como si no estuviese ahí. En un momento se ofuscó sintiendo el derecho, tal vez, de pertenencia a un partido que hasta semanas atrás había defenestrado. Le dijo a Antonov: 

 

-Eh! Gonzalo nadie me quiere dar una lista para ir a buscar gente.

 

-¿Cómo?- fue la respuesta del alcalde. ¿Dónde están los 170 votos que te pagué? Deberías tener tu propia lista o no sé dibújalos. Acá nadie te va a dar nada; al contrario vos deberías traerlos.

 

 

Ajustado “triunfo” Civil en González Plata

CORONEL GONZÁLEZ PLATA (RP).- Se sabía que el triunfo en esta ciudad iba a ser para la “Unidad Civil”, pero no que sería por una diferencia tan ajustada.

Apenas 63 votos le sacó de ventaja la “Unidad Civil” al Frente “Popular”. El tercer lugar quedó para el RI (Republicanos Independientes) y el cuarto, para los votos nulos, que sumaron 160 en total.

Pese al apretado margen sobre el Populismo, el alcalde Gonzalo Yosevik Antonov se mostró muy contento por el triunfo civil y aclaró que teniendo en cuenta los resultados en otras comarcas, la victoria en González Plata "tiene un valor muy importante".

El horario matutino fue el que eligió la mayoría de los votantes platenses para acudir a las urnas.

A las 13, el 50% del padrón ya había votado en alguna de las dos escuelas habilitadas para los comicios. En total, fueron 3.303 personas a sufragar. Significan el 79% del total del padrón electoral, que este año sumó 24 votantes respecto del 2003.

Durante toda la jornada se vivió un buen clima y no hubo problemas mayores.