“Asfaltado de los caminos rurales”
BANDO
“El dignísimo ayuntamiento del Coronel González Plata en la
honorabilísima figura de su Santidad el alcalde Sir Gonzalo Yosevik Antonov”
plantea con carácter de necesidad y urgencia inapelable el asfaltado de los
caminos rurales bajo los siguientes vistos y considerandos:
Visto:
Que nuestro
honorabilísimo señor Alcalde es afecto a la pesca y odia tener que desembarrar
los neumáticos de su camioneta importada cuando de regreso al poblado en días
de lluvia se le ensucian.
Que en los
citados días luego de pasar los vehículos cargados de castañas se forman huellones que dificultan su tránsito.
Que la moto
niveladora adquirida por éste ayuntamiento fue cedida en préstamo para la
construcción del nuevo camino de acceso a la embotelladora de la petroquímica
reciclada “ocho”
Y
considerando:
Que daría un
lindo aspecto a los que desde los límites comarcales observan languidecer
nuestro poblado.
El dignísimo
ayuntamiento del Coronel González Plata en la honorabilísima figura de su
Santidad el alcalde Sir Gonzalo Yosevik Antonov, con la firma unánime de la
totalidad de los miembros de la concejalía municipal sancionan con fuerza de
disposición general:
Ante los
vistos y considerandos expuestos en el mismo se procederá al asfaltado de
caminos rurales desde los principales asentamientos productivos, hasta los
límites comarcales y desde las bajadas al río hasta el ayuntamiento y desde el
mismo hasta la residencia del alcalde.
Comuníquese,
archívese, y “déase”
pública difusión.
No tardó en
hacerse público el descontento de los mismos de siempre. Pero igualmente se
alzó la voz de aquellos que estaban de acuerdo, no, tal vez con los motivos del
bando pero sí con sus implicancias prácticas. El poblado tenía enripiadas la
mayoría de las calles y en algunas pocas podía apreciarse una suerte de
empedrado muy rústico, no así los caminos rurales que se tornaban ciertamente
intransitables bajo condiciones de llovizna persistente y ni que hablar en caso
de chubascos. Cierta vez aconteció que transitaba por los mencionados caminos
rurales una cosechadora y habiendo llovido copiosamente durante el transcurso
de varios días, en un lugar de la marcha cedió el terreno y quedó
semienterrada, puesto que la misma había pasado por sobre un hormiguero de proporciones
que la humedad había debilitado. Con el tratamiento de suelo y el asfaltado
esto no sucedería. En esta ocasión, Sottocorno, y su banda de secuaces nada
pudieron hacer.
“Guardería”
Paola Tapia veía azorada cómo morían los niños de
cáncer y otras enfermedades producto de la radioactividad. Deformaciones, gran
déficit intelectual en la población. Animales defectuosos y con enfermedades
extrañas, lluvia ácida, tierra yerma donde otrora un vergel. Pobreza,
paupérrima pobreza en un rincón del mundo en donde era imposible creerlo un
tiempo atrás.
Todo el espacio circundante se tornaba de un color
entre sepia y verdoso. La desolación que parecía conmocionarla en ese instante
se transformaría en oscuras pesadillas que la atormentarían en la noche. Alzó
los ojos como en una súplica y observó el reloj situado en la pared, un tanto
atrás y más arriba del televisor. Este señalaba las 02.00 AM. Había distraído
su lectura cautivada por el documental del National Geographic. Cerró su
carpeta de apuntes, apagó el televisor y se alegró por estar en un lugar tan
lejano y tan distante en las posibilidades de Chernobil. Esa noche soñó lo
insoñable. Se soñó dentro de ese documental maldito; pero en su pesadilla
reconocía como propios los lugares. Y las personas afectadas le eran
familiares, tanto como si fueran sus propios amigos y familia.
A la mañana siguiente Paola se levantó temprano
como era su costumbre, preparó café y tostadas para ella y su marido.
Desayunaron entre mimos de “mieleros” y apuro matinal y se despidieron. Él
partió presuroso al trabajo. Ella se demoró en su arreglo personal. Luego de
asearse, recogió su largo cabello negro en una media cola que luego peinó
prolijamente. Acomodó alguna ceja indiscreta y se maquilló de manera muy
sobria. Se vistió como una diputada de izquierda, se calzó las gafas y, libros
en mano, salió a la calle. Si no se apresuraba perdería el ómnibus y llegaría
tarde a la universidad. Al pasar frente al ayuntamiento le llamó la atención
ver aquel delgado hombre de siempre que no se estaba mirando en el espejo.
Miraba hacia el ayuntamiento con ojos espantados, la mirada perdida en el
espacio entre el techo del edificio municipal y el cielo. Su expresión
desencajada y su ausencia de la realidad no se condecían con la actitud de un narcisista,
más bien con la de un hombre aterrado, como la expresión de un poseído frente a
un exorcismo. Espanto, angustia, bronca y desesperación. ¿Qué habría visto
aquel hombre en el espejo? ¿Por qué miraba así el cielo sobre el
ayuntamiento?¿Qué le pasaba?
Más tarde se conocerían y conocería Paola la
respuesta a esas preguntas que hubiese preferido no hacerse, no saber. Que no
existieran.
RESOLUCIÓN / DISPOSICIÓN GENERAL
“El dignísimo ayuntamiento del Coronel González
Plata en la honorabilísima figura de su Santidad el alcalde Sir Gonzalo Yosevik
Antonov” plantea con carácter de necesidad y urgencia inapelable la
construcción de un recinto amurallado para su utilización como depósito de
residuos radioactivos bajo los siguientes vistos y considerandos:
Visto:
Que las finanzas municipales han presentado números
en rojo como consecuencia de las erogaciones sufridas en virtud del asfaltado
de caminos rurales.
Y considerando:
Que la sustancia resultante de la utilización de
energía nuclear produce escozor entre aquellos que la utilizaren.
Que según la comisión nacional de energía atómica
(comunicado N° 233/998) los residuos radioactivos producto de nuestras
centrales atómicas y centrales del extranjero deben ser reducidos a espacios
poco poblados y en condiciones de seguridad extrema para que no produzcan
lesiones en persona alguna.
Que la construcción de dicho recinto y condiciones
de seguridad correrá por cuenta de la empresa beneficiaria no de este
ayuntamiento. Que dicho ayuntamiento venderá a la empresa las tierras en
cuestión.
Y que la construcción de la misma y posterior
puesta en marcha ocupará mano de obra desocupada.
El dignísimo
ayuntamiento del Coronel González Plata en la honorabilísima figura de su
Santidad el alcalde Sir Gonzalo Yosevik Antonov, con la firma unánime de la
totalidad de los miembros de la concejalía municipal sancionan con fuerza de
disposición general:
Ante los vistos y considerandos expuestos en el
mismo se procederá autorizar a la empresa Nagasabil a realizar acopio de
material radioactivo en territorio comarcal, se procederá a la venta de los
solares correspondientes y funcionará el ayuntamiento como entre regulador en
la contratación del personal obrero de la construcción en la cantidad de: un
oficial constructor, dos ayudantes con conocimiento en soldadura ½ oficial
soldador y cinco peones de albañil. Y en la contratación de personal permanente
para la custodia del predio en la cantidad de dos, quienes trabajarán en turnos
de 12 hs. Sin franco y en turnos rotativos (una semana de mañana y otra de
noche)
La empresa deberá abonar los impuestos
correspondientes al lucro generado por el emprendimiento.
Comuníquese,
archívese, y dése a la pública difusión.
Zorro
Al norte de la aldea se alzaban una serie de cerros producto del
afloramiento telúrico de un macizo que tenía su origen a miles de kilómetros.
Estos afloramientos cerriles daban un marco de lejano misterio a la comarca, y
hacía a su vez (todo está perfecto en la obra del señor) de marco natural entre
los verdes campos y cuantiosos plantíos de castaños y las tierras yermas del
norte hacia los confines comarcales del ayuntamiento y más allá la frontera del
reino.
Dos pequeños de primer grado, Matías y Rafael,
habían faltado a la escuela en una furtiva escapada “a la rabona”. Se aventuraban
campo adentro más allá de los huertos castañales rumbo a los cerros. Iban en
busca de cuevas de zorro. Colocarían algunas trampas y utilizarían sus ondas
intentando cazar perdices. Para colaborar con la olla familiar y por diversión
también, más que nada por diversión. No les llamó la atención el nuevo camino
abierto a puro campo. Ni los carteles que prohibían el paso con leyendas
amenazantes. Sabían que sus madres no los autorizaban a ir tan lejos sin la
compañía de un mayor. E inocentemente, con ésa inocencia analfabeta de los
niños de primer grado, creían que esos enormes carteles eran de publicidad o
prohibido estacionar. – ¡Mirá Rafa! Éste es igual que el que está frente a la
Concejalía- exclamó contento Matías.
Siguieron, apedreando pájaros, hasta más allá de la
suave hilera de promontorios que más que cerros respetables parecían bardas
desgastadas. Encumbrados en la más accesible y desgastada montaña que asemejaba
su forma a la de una mesita ratona miraban estupefactos el enorme pozo de zorro
que nunca habían visto. No llegaron a divisar el camino que ingresaba al mismo
desde la dirección opuesta. (El mismo que habían visto en el campo que llegaba
rodeando la larguísima fila de sierras e ingresaba por “detrás” al predio) como
así tampoco el cerco perimetral. Sí les causó miedo pensar en el tamaño que
debería tener el animal que hubiera construido semejante madriguera. -
¡Chuuuuchi!- Dijo Rafael. Se miraron y emprendieron el regreso a paso veloz.
Llegarían a sus casas y, previa confesión de la rabona, contarían a sus padres
lo que habían descubierto.
La noticia corrió como reguero de pólvora.
Y la información fue como la onda expansiva, no de
la explosión del reguero de pólvora sino como una explosión atómica con su
huracán consecuente y su enorme y maligno hongo superdesarrollado de cenizas,
humo y material radioactivo, agentes contaminantes y cancerígenos. Una vez que
constatada la historia de los niños, un grupo de vecinos increpó al alcalde
acerca de la explotación minera de la cual no estaban enterados y los riesgos
que implicaba tal industria... Y se enteraron. Se enteraron de la despiadada
realidad (con su traje negro, su guadaña horripilante y su máscara de calavera
y carne putrefacta) puesta de manifiesto en la disposición general / Resolución
que, en ese instante, vería la luz pública a fuerza de gritos, empujones y
presentaciones a viva voz reclamando el derecho de acceso a la información.
Otra vez la noticia corrió como reguero de pólvora.
Esta vez, bando municipal en mano. Y cual hecatombe sus resultados fueron
desastrosos.
ÚLTIMO MOMENTO:
EL AYUNTAMIENTO DEL
CORONEL GONZÁLEZ PLATA SE HARÁ CARGO DE LA CONSTRUCCIÓN Y PUESTA EN
FUNCIONAMIENTO DE BASURERO NUCLEAR DENTRO DEL EGIDO DE SUS TERRITORIOS
COMARCALES:
LA RESOLUCIÓN ESTARÍA
FIRMADA.
La respuesta de la población no se haría esperar:
1° día del escándalo: se presenta en
las oficinas del alcalde el comisionado del centro de interpretación del
castaño don Nicolás Baldebuena y manifiesta que de ser real la información por
él recibida la asociación de productores de Castañas nucleados en el centro
iniciarán acciones legales. Ya que dicha resolución no sólo pone en riesgo la
vida de los habitantes sino que los condena a la pobreza puesto que nadie
comprará su producción. Ni el país ni en el extranjero y deberán meterse una
por una las castañas en el culo.
Mientras desmiente rumores, Antonov esconde entre
los papeles de su escritorio un cheque con una poderosa cifra. Documento visto
por el Sr. Baldebuena en el momento en que éste le arrojó por la cara la copia
del bando de la Resolución / Disposición General. Esta copia cayó, luego
de impactar la cara del alcalde, sobre el escritorio y desacomodó los papeles
poniendo de manifiesto lo que se ocultaba.
2° día del escándalo: el comité de
horticultores y productores de repollo emiten un comunicado radial convocando a
un “carretazo” frente al ayuntamiento. Consistente en bloquear los accesos y
hacer llover productos hortícolas sobre todo funcionario público que se ponga a
tiro.
3° día del escándalo: el gerente de
la empresa productora de chacinados y criadero de cerdos “Cerdolín” pide sendas
audiencias en la concejalía y ante el alcalde. Y en cada una manifiesta su
intención de trasladar la planta fuera de la comarca en caso de concretarse
dicho proyecto.
4° día del escándalo: un grupo de
vecinos se presenta “a viva voz” en la concejalía y reclama el tratamiento del
tema en cuestión en una audiencia pública con carácter soberano. El reclamo va
firmado, entre otros, por Sottocorno, Tapia, La doctora Azucena López, la
directora de la escuela primaria, el veterinario y un concejal oficialista que
firmó si saber de qué se trataba, “para congraciarse con el pueblo.”
7° día del escándalo: se realiza la
audiencia pública. Pasaron los oradores y escucharon los vecinos. Habló la
doctora, habló el comisionado y escucharon los vecinos. Habló Sottocorno, habló
el alcalde que intentó convencer a la comunidad acerca de lo beneficiosa que la
Planta De Reducción De Desechos Radioactivos resultaría para la
comunidad, habló el presidente de la comisión internacional de energía atómica
y escucharon los vecinos. Habló el representante de Green peace y para estas
alturas ya era entrada la noche. Los representantes políticos se hallaban de
banquete en el club social y los vecinos que seguían ocupando sus sillas era
porque estaban en profunda meditación onírica. Y a ronquido limpio. Finalmente
la audiencia parió un resultado positivo para la comunidad y fue un hijo bobo
para el alcalde ya que se resolvió que el pueblo no quería la tan mentada
“guardería”.
Eran las dos de la mañana. Esa noche de la
audiencia pública luego del banquete el alcalde se retiró a sus aposentos
familiares (momentáneamente en otro pueblo en la comarca aledaña). Se bebió de
un sorbo el wishky del “hasta mañana”. Se recostó con más cosas en la cabeza
que un adolescente ante su primer embarazo. - ¡Qué cagada!¿Y ahora?- Fue lo
último que pensó. Y este pensamiento fue interrumpido por el timbre del
teléfono. Del otro lado una conocida voz femenina le citaba para dentro de
media hora en una café de la ciudad Bravo distante más de 35 Km.
Una vez en la ciudad Antonov estacionó su automóvil
y caminó por lo menos tres cuadras hasta la esquina de un bar de “trampas”
llamado “Donatello”. Miró disimuladamente en todas las direcciones, se acomodó
el cuello de la camisa, pasó la mano por el cabello como asegurando el peinado
e ingresó al local. Entre parejas bailando boleros pasados de moda, humo y
luces que más que iluminar obstaculizaban la visión descubrió a Dora.
Haciéndose cargo de la situación pensó para sí: ¡Qué asco! Y se imaginó
humillado si alguien conocido los viera y pensara que (como tantos en ese café)
eran pareja. No pudo evitar un revoltijo en el estómago. El grotesco aspecto de
Dora Beata con su cabeza casi rapada de corte muy desparejo y teñida de varios
colores a la vez, combinado con ese traje de oferta de casa de alta costura
(saco y pollera a mitad de rodilla haciendo juego) acentuaban su aspecto
porcino. No quiso imaginársela en la cama. No ni pensarlo, aunque alguna que
otra vez... pero no concientemente, no ni quería pensarlo.
-¡Gonzalo estás desencajado! ¡Aflójate un poco!
Y
mientras éste se sentaba ella pedía café para dos, le ofrecía un cigarrillo que
ella encendió junto con el suyo y comenzó a parlotear. Todo al mismo instante.
Antonov sólo veía el movimiento de los labios de la presidenta de la
concejalía. El ambiente, la hora y la velocidad verbal de aquella mujer no
permitían comunicación alguna. Finalmente, luego de un recorrido por el análisis
literario, y la crítica especializada en vestuario de todos y cada uno de los
asistentes a la audiencia publica y la mitad de los concurrentes, furtivamente
enamorados entre sí, del café Donatello Dora Beata de la Cruz hizo una pausa. Y
bebió un sorbo de su café ya frío.
Dorita fue una de las principales impulsoras de la
candidatura de Gonzalo. También fue de las primeras que se sorprendió por las
alocuciones de aquélla noche: lo tenía sí (aún ahora) por medio opa. Lo
aconsejaba, y le hacía pisar el palito más de una vez. Luego de la tan esperada
pausa del café de Dorita, Antonov balbuceó:
-¿y ahora?
– No te preocupes- le
respondió ella – ahora llega Paco y te explicamos lo que vas a hacer.
Paco
siempre tenía un plan para que sus clientes no fueran presos. Y así funcionaba
también en el ámbito político. Y ella siempre un nuevo plan por si fallaba algo
no quedar pegados. De entre las sombras del local, recortándose de las figuras
pegoteadas de los amantes impregnados de Roberto Carlos, emergió Malaspina
disimulando mal su aspecto de Abogado con diploma comprado. Su traje de corte
italiano, la corbata floja, su bigote abundante y prolijo, sus infaltables
gafas de marco dorado (que en realidad no necesitaba; pero que le confería ese
aire de intelectual inocente) y su mirada, entre desconfiada y ladina. Hasta
desnudo en medio de una isla desierta y rodeado de náufragos uno le hubiera
asignado el título de abogado. Era de esos capaces de convencer a un jurado
sobre la inocencia de “Jack el destripador” o de justificar su actuación como
legítima defensa. Con los ojos cerrados se vería que en esa mesa de
conciliábulo el “boga” era él: Paco Malaspina. El mismo de antes, otra vez a
salvarlo. Llegó, se sentó y comenzó a monologar:
- Mirá estuve hablando con el alcalde
de Sorondo y le comenté del proyecto aquél que nos quiso vender el irlandés ése
que quería instalar una planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos para
reciclaje y disposición final. Y al que esta “yegua de mierda” (Señalando a Dora con la mirada) se opuso porque
el tipo ni quería poner un real porque decía que era para nuestro bien y que el
no lucraría con esto. Bueno, el proyecto sí era viable, como decía el irlandés,
y ya, durante la semana cuando vimos que esto se caía, busqué la carpeta que
estaba archivada en Hacienda... y está bueno. Entonces lo vi al tipo este de
Sorondo que tiene buena bajada del superintendente de la comunidad regional
como vio que es viable y me debe un favorcito de una vez que le saqué las papas
del fuego cuando a su hijo se le fue la mano con una menor de edad que se le
murió en el Albergue transitorio por una sobredosis. Dijo que nos va a dar una
mano; pero que con lo que baje de dinero vamo y vamo ¿Sí?
Vamos a presentar el proyecto de un basurero
ecológico, emulando el proyecto ése que te acabo de decir. El presupuesto es de
2.000.000 de reales y como en este país nadie controla nada con lo que nos
toque levantamos el cheque ese que no te dejó dormir tranquilo desde que saltó
la bronca. ¿Sí?
-¿Cómo oponerse?-
-¿Qué estabas pensando? ¿Devolver las propiedades? Yo no pensaba perder mi parte del asunto. ¿Y
vos Dora? –
- ¡Ay... Paco! ¿Cómo se te ocurre semejante
barbaridad?
Más relajado, Antonov pide Wishky para todos. Se
retira al baño y regresa luego de unos instantes, eufórico y con el bigote
extrañamente entrecano. Cambia el tenor de la conversación.
- Claro, cómo no se
me ocurrió, el proyecto del basurero ecológico.
Paco repite la escena de
Gonzalo. Risotadas de mujer rebotan reiteradas veces en la mesa, se gambetean,
realizan pases y patean al arco. Gonzalo vuelve a pasarse por el baño, regresa
y le deja algo entre los dedos a Dora que repite el ritual de sus masculinos
acompañantes. De regreso se enfrenta a Paco en medio del salón, recorre su
bragueta con la mirada y comienzan a bailar del modo que lo harían dos
adolescentes enamorados y completamente desprejuiciados, casi obscenamente ella
refriega su cuerpo contra el del asesor legal del ayuntamiento y de entre el
pinar empastado de rimel de sus insinuantes pestañas emergen insinuantes
taladros de miradas asesinas de mujer en celo bestial. No median palabras, ni
besos, ni caricias, ni nada, nada más que dos cuerpos forrados en atávicos
inventurios reflejando el interno punto de fusión material. Hormonas, azúcar
amargo que acelera el motor tan humano como ilegal, roce o complicidad. Sale de
su letargo el monarca aldeano y al son de La Barca en la simulada voz de
Luis Miguel que vocifera desde el CD que el disc jockey acaba de poner a sonar
se acerca a los bailarines refregados y se acopla a la pareja melosa.
Encastrando detrás de Dora. Amortigua el enlace haciendo rebotar su pelvis
contra los glúteos de la presidenta de la concejalía y saca su lengua
lamiéndole la mejilla y la comisura de los labios. Ella acepta el ultraje con
total desenfado y arremete contra Paco. En ése momento se les acerca un hombre
vestido como crupier y les llama la atención:
- ¡Señores, por favor, Ubíquense!
Dora Beata
le clava los ojos como si fuese él el desubicado mientras Paco y Gonzalo
comienzan a insultarlo y le enrostran la fama del lugar:
-Pero ¿Qué te creés imbécil? ¡Qué te la das de
puritano si acá sólo vienen trampas y tranzas! No te hagás el moralista que
mirá: Aquél es casado, aquella que está en el rincón es prostituta, el que sale
del baño es pastor de la iglesia del barrio nuevo en Sorondo.
De los gritos a
los empujones y finalmente a la calle empujados por los fortachones que, cada
tanto los echan del mismo modo, a los mismos tres. Media hora después los tres compartían la
habitación de un hotel festejando con lo que una hora antes Gonzalo hubiera
jurado ser incapaz de hacer. El pacto entre ellos acababa de sellarse con
sangre... y esperma.