Diagnóstico “Pro” Antonov
La carta de Máximo (la segunda) no pudo salir
publicada en mejor ocasión. Vio la luz del matutino más leído justo el día de
los comicios. Y fue la frutilla del postre que cerrara una triste campaña.
Antonov estaba convencido de que Máximo le trabajaba por su “cojoneada
electoral” y que sin darse cuenta beneficiaba sus aspiraciones regias. Claro... Nunca se dignó hablar con él y como el ciego que sistemáticamente
se niega a ver se dejó engañar por Alberto, el gordo, Renguetti. En la última
entrevista le había dado 80 bolsas con comestibles para que los del Billar
(Barrios Independientes Llamando A Rebeldía)
repartieran a cambio de asegurar más sufragios para él.
Como Sottocorno se negó a venderse y a cuatro
vientos proclamó su separación del partido, Renguetti no le entregó ni le
comentó nada. Máximo sí había comentado lo sucedido a todo el que veía, a pesar
de la vergüenza que le ocasionaba la traición de su amigo... del hombre que él
había impulsado para ser oposición de Antonov. A algunas personas el poder se
les sube a la cabeza aún cuando no lo tienen, nunca lo tuvieron ni lo tendrán
jamás. Pocos en la aldea mantenían intacto el valor de la dignidad y éstos eran
los mismos de siempre más los que simpatizaban políticamente con Máximo. Toda
la semana deambuló Renguetti con su autito lleno de bolsitas rojas que
sistemáticamente fueron rechazadas por los ciudadanos y vecinos del poblado.
Ochenta bolsas = ochenta votos. Nada. Si no era capaz de regalar unas putas
bolsas de comida ¿de dónde mierda sacaría los sufragios prometidos? ¿Entonces
en la elección pasada los sufragios del Billar habían sido de Sottocorno y no
de él como se la había creído?
Sacó las papeletas que mantenía bajo llave desde
aquellos días de “oposición” y arrugado al fondo del cajoncito un papel
cuadriculado rezaba: Máximo Sottocorno, 167 votos; Alberto Renguetti, 101.
Evidentemente la población no sólo había apoyado a Máximo sino que en más de
una oportunidad votando a Sottocorno habían cortado boleta para no darle el
sufragio a él:
–¡Puta madre!-gritó y metiéndose el papelito en la boca los
masticó y se lo tragó. Ofuscado llevó las ochenta bolsitas a la iglesia barrial
del evangelio. – Tomá- de dijo casi con grosería al pastor... - ya sabés; por
los votos.
- Sí, sí. ¡Claro!- respondió el pastor y le regaló
una sonrisa más que cristiana; irónica. Todos en González plata sabían que el
pastor ya había arreglado con Antonov. Pero cada feligrés votaba a solas en el
cuatro oscuro.
El gordo Renguetti amanecía hoy con la noticia de
la carta en el periódico que desudaba su tramoya. Y con la realidad de no tener
a quién ir a buscar para arrear con el sufragio. Apareció por el comité de la Unidad Civil tarde, a las diez de la mañana. Saludó y no fue bien respondido.
–¿Te caíste de la cama?- le preguntó el jefe de campaña.
-No si ya estuve llevando gente a las mesas- se
defendió Renguetti.
-¡Deja de mentir y límpiate esas lagañas! Estuve
preguntando por vos y nadie te había visto ¿y tu amigo el opositor?
-Esteeee, no va a venir. A último momento se me dio
vuelta- en eso ingresa por una puerta trasera Gonzalo quien no pudo disimular
el fastidio que le provoco ver a Renguetti. El jefe de campaña cargó contra el
alcalde:
- ¡Ves boludo! ¿Cuánta plata tiraste con éste? Máximo no viene, dice
Renguetti que se le dio vuelta a último momento; era sabido que no te iba a
trabajar ni modo. Menos con esto del plan. ¿¡Leyeron la carta de hoy?! ¡Y este
gordo te convenció que trabajaba para él... y para vos! ¡Ja, ja, ja! ¡No sé
como lograste mantenerte tanto tempo como alcalde! ¡Já!
Antonov entre dientes ordenó a Renguetti que fuera
a buscar a su gente y que la lleve a votar. El gordo salió pero como era de
suponer los ciudadanos no quisieron ni subir a su automóvil ni recibir su
boletita. “No gracias” le respondieron todos. Igualmente perseveró en su
pantomima estacionaba el vehículo como siguiendo a otros e ingresaba en las
escuelas detrás de algún grupo los contaba y se hacía el que los esperaba. Un
juego infantil que le costaría caro. Regresó al comité de la Unidad Civil y
pidió una lista de vecinos para ir a buscar. Nada. Ignoraron sus palabras como
si no estuviese ahí. En un momento se ofuscó sintiendo el derecho, tal vez, de
pertenencia a un partido que hasta semanas atrás había defenestrado. Le dijo a
Antonov:
-Eh! Gonzalo nadie me quiere dar una lista para ir a buscar gente.
-¿Cómo?- fue la respuesta del alcalde. ¿Dónde están
los 170 votos que te pagué? Deberías tener tu propia lista o no sé dibújalos.
Acá nadie te va a dar nada; al contrario vos deberías traerlos.
Ajustado “triunfo” Civil en
González Plata
CORONEL
GONZÁLEZ PLATA (RP).- Se sabía que el triunfo en esta ciudad iba a ser para la
“Unidad Civil”, pero no que sería por una diferencia tan ajustada.
Apenas 63 votos le sacó de ventaja la “Unidad Civil” al Frente
“Popular”. El tercer lugar quedó para el RI (Republicanos Independientes) y el
cuarto, para los votos nulos, que sumaron 160 en total.
Pese al
apretado margen sobre el Populismo, el alcalde Gonzalo Yosevik Antonov se
mostró muy contento por el triunfo civil y aclaró que teniendo en cuenta los
resultados en otras comarcas, la victoria en González Plata "tiene un
valor muy importante".
El horario
matutino fue el que eligió la mayoría de los votantes platenses para acudir a
las urnas.
A las 13, el
50% del padrón ya había votado en alguna de las dos escuelas habilitadas para
los comicios. En total, fueron 3.303 personas a sufragar. Significan el 79% del
total del padrón electoral, que este año sumó 24 votantes respecto del 2003.
Durante toda
la jornada se vivió un buen clima y no hubo problemas mayores.