El nuevo año había comenzado bien, con un hermoso discurso y con el manifiesto formulado por Antonov acerca de su interés por la educación. Pero como era de suponerse, los conflictos pronto comenzarían. Los docentes reclamaban un reajuste salarial ya que la inflación se había disparado un 360 % con el consiguiente detrimento del 70 % del poder adquisitivo de los trabajadores. Pero ni el superintendente de la comunidad regional ni el alcalde ni nadie parecía notarlo. Algunos atribuían el salto inflacionario al efecto caipiriña, otros al efecto tango argentino, otros a la tradicional ceremonia de los grandes estadistas de levantar sus soberanos vestidos y defecar plácidamente sobre el pueblo. La cuestión es que ante semejante cimbronazo cambiario el dinero de los aldeanos no alcanzaba ni para cosechar castañas. Los docentes hicieron escuela convocando a una huelga por tiempo indeterminado. Los médicos se limitaron a atender sólo las urgencias. Los municipales, fieles a Antonov agacharon sus cabezas y el sindicato de la unión del personal civil del reino por tener su delegado un arreglo con el superintendente de la comunidad regional se limitó a concurrir a sus lugares de trabajo... y trabajar. Bueno... es una forma de decir porque nadie controlaba el cumplimiento efectivo de esas tareas ya que hasta carabineros y gendarmes se hallaban auto acuartelados. Y no era para menos si tenemos en cuenta que los caballos habían sido faenados por la esposa del teniente, al patrullero lo usaban de pensión el cabo y su familia, dos de las tres motocicletas habían desaparecido misteriosamente y el celular se había transformado en el deposito de los pocos muebles que aún no habían sido vendidos por los milicos que estaban acampando en el patio trasero del destacamento. Así, de este modo cruel lo que no se había llevado el río en su crecida misteriosa se lo estaba llevando lentamente la devaluación.
Finalmente el ministro de economía empeñó las joyas de la reina y 25 años del futuro y estabilizó un poco la desestabilizada economía. Algunos precios bajaron, otros bajaron un poco más y algunos siguieron en su escalera al cielo. ¿Los sueldos? –bien... gracias. Algunos pesos abonados en bonos de consolidación, un poco en dinero de circulación comarcal dos semanas de retraso en los pagos a perpetuidad y 25 reales de aumento en negro. Es decir (casi) nada. Y obviamente el descuento compulsivo de los días caídos. A todo esto había trascurrido más de un mes y como al alcalde le interesaba mucho la educación tuvo la feliz idea (que fue consentida desde la comisión de educación)
Comunicación General Educacionista
La Real Comisión Nacional De Educación General informa a los educacionistas que se desempeñen en el ámbito del estado que a partir del año en curso quedan suspendidos los festejos y clases alusivas a fiestas patrias y / o fechas memorables de nuestra historia bajo apercibimiento de suspensión y /o expulsión de sus cargos a quienes en ejercicio de la docencia y / o desempeño en cargos directivos incumplan con la siguiente resolución:
Resolución General
La Real Comisión Nacional De Educación General dispone la suspensión de las festividades patrias atento a los siguientes vistos y considerandos.
Visto
Que durante el curso del corriente la insubordinación del gremio educacionista ha generado la interrupción del normal dictado de clases.
Que dicha interrupción, además de constituir en sí misma un acto de deslealtad e insurrección, ha provocado la reducción del tiempo de clases de 43 días con sus noches.
Que durante dicha interrupción los alumnos no concurrieron a clases.
Y considerando
Que durante los días en que los alumnos no concurrieron a la escuela no tuvieron clases
Y que a esta comisión le interesa que los alumnos estudien.
Se resuelve:
Art. 1° Eliminar los festejos y / o clases alusivas a fechas patrias, homenajes y / o recordatorios a los efectos de aprovechar ese tiempo en el dictado de contenidos útiles como ser: matemática o lengua.
Art. 2° Se sancionará a aquellos que incumplan con la mencionada resolución.
Art. 3° Comuníquese, archívese y publíquese en boletín oficial para su conocimiento y puesta en ejecución.
Y acompañaba al comunicado una veintena de páginas con propaganda política nombres de consejeros, ministros, comisionados y autores del proyecto (entre los que figuraba Antonov) tipógrafos, cargatintas, firmantes, redactores y profesionales que aportaban el marco teórico con el que fundamentaban la resolución.
La novedad no cayó muy bien puesto que en realidad poco le importaba al gobierno si los niños estudiaban un día más o no. El tiempo perdido no habría de recuperarse por eliminar una fiesta patria. Por el contrario el estudio sistemático de la historia acarrea una mayor visión general de temas relacionados con la educación e instrucción cívica. El compromiso moral, los ideales, la organización de las masas en defensa de sus derechos y etcétera. Ni aún los gobiernos dictatoriales a lo largo de la historia habían suprimido la enseñanza de las fiestas patrias. Además ¿En qué cabeza se gestaba la descabellada idea de que sólo debía aprenderse lengua y matemática? ¿La educación siembra el futuro o tiende a alienar el pensamiento en un solo sentido? Estos cuestionamiento y otros muchos más se escuchaban en las calles de la aldea, en los bares de toda la comarca y de comarcas aledañas. Similares comentarios se hicieron oír en las asambleas de docentes, en las radios, en los programas frívolos de televisión no controlada por el estado. Hasta el espejo de frente al ayuntamiento de González Plata se manifestó ante esta otra semejante barbaridad. En su cristal se reflejó la imagen de Antonov vestido como Rasputín y susurrando maliciosamente al oído del comisionado en educación.
Entre los mismos de siempre que bregaban por la “desestabilización del orden establecido”-según Antonov- estaba obviamente Máximo Aurelio. Éste se hallaba despotricando contra el comunicado y dando sus fundamentos del por qué (según su punto de vista) la resolución era demagógica y sin sentido en la fila de caja del autoservicio Plateado. Uno de los que participaban en la conversación era el profesor Franco Chioco. Quien invitó a Sottocorno a explicar sus fundamentos frente a la asamblea del sindicato docente y la multisectorial, ya que, si bien la resolución cargaba directamente contra los docentes, afectaba moralmente as toda la comunidad.
Por la tarde Máximo, frente a un auditorio de 55 personas, se explayó a lo Fidel Castro en un discurso que duró más de hora y media y en el cual recordó su paso por las combativas fuerzas del Illañam, sus revueltas secundarias, su participación en el Kokena, y los enfrentamientos legales con algunos de sus superiores en aquellos momentos en los que se desempeñó como maestro rural. Ya comenzaban a abrirse mudas las bocas de los asambleístas y a cerrarse en violentos bostezos mal disimulados cuando Sottocorno recordó la vez que le quisieron retener el salario de dos meses:
- En aquella ocasión ¡compañeros! Esta “ladera” del poder de turno quiso retenerme el salario. Ya traíamos varios meses de retraso. Y al momento de efectuar los pagos mis recibos estaban mal liquidados. Y ¡claro! Telefónicamente la directora había recibido la orden (e hizo el ademán de colocar “comillas” con los dedos índice y medio de ambas manos) de retenerme los haberes. Imagínense que me puse como loco y corrí hasta la casa de un vecino que me ofreció su teléfono y la comunicación con un representante de la diputación. Éste a su vez me comunicó con el comisionado en educación, que por aquellos años era Juan Otario ¿recuerdan? Luego de una discusión de veinte minutos me dijo que fuera hasta el colegio que todo estaría solucionado. Me llegué hasta el colegio y ahí estaba el semblante desencajado de la directora y detrás de sus vidriados ojos claros una atónita y tartamuda voz me dijo:
- No sé a quién tocaste, Máximo pero llamaron desde la comisión de educación y me dieron orden de que te pague. ¿Qué hiciste?
– A lo que yo me limité a responder: "mediación Papal".
En ese momento el discurso de Sottocorno fue interrumpido por la voz de un joven maestro a quien se le escapó de los labios:
-Ahí está... ¡hablemos directamente con el rey!
El murmullo generalizado impidió la continuidad de oradores y la prosecución del discurso de Sottocorno. Todos, él incluido, estaban ahora diagramando las estrategias a seguir para llegar hasta el soberano.
Antonov observaba la escena a varios solares de distancia valiéndose de unos prismáticos y de una privilegiada posición que permitía filtrar la mirada a través de uno de los amplios ventanales del edificio del sindicato ya oculto hacía rato por las sombras que iban dominando a la luz del sol. Como un cazador estaba camuflado en la oscuridad y agazapado detrás del automóvil que también se camuflaba de oscuridad a través de sus vestimentas de vidrios polarizados.
A su lado Paco Malaspina encendió un cigarro que Gonzalito le quitó de un golpe, y que finalmente concluyó bajo su zapato
-Imbécil: ¿qué querés, que nos vean?
Una vez cerciorado de gran parte de los asistentes al conciliábulo ingresó en el automóvil y por un instante se relajó.
–Paco- murmuró- me voy.
Era Jueves y Malaspina sabía bien qué significaba ese “me voy”. Bajó del vehículo de Antonov y caminó unas cuadras hasta el barrio de comercio juntó unas piedras muy pequeñas del suelo y a dos casas de la esquina las revoleó sobre un tejado y apresuró la marcha. Se ocultó entre las sombras de unos tamariscos y desde la esquina de “Cacique” y “Colonizadores” observó atentamente a la vivienda víctima de su piedrazo. En la vivienda una luz se encendió iluminando el humilde porche. Se apagó y se iluminó otra vez, y se repitió la escena tres veces en una especie de Morse rústico. Luego una fina imagen de mujer se asomó y cautelosamente observó en ambas direcciones. Miró al cielo e ingresó nuevamente a la casa, dejando esta vez la puerta entornada y la luz nuevamente apagada. La sombra de Paco de despegó de la oscuridad segura del tamarisco y presurosamente se acercó a la vivienda. Ingresó en ella como si fuera propia. Lo recibió una voz tierna de mujer y un cálido abrazo.
Un apasionado y profundo beso y otro abrazo que se convirtió en “upa”. De esta manera encastrados caminó cargándola hasta su cama mientras ella le quitaba el saco y le aflojaba la corbata. Una vez sobre las sábanas se inmacularon de atavíos y profanaron el lecho nupcial de ella. Con pocas palabras se amaron apasionadamente, casi en silencio, casi con violencia. Y volvieron a hacerlo hasta quedar exhaustos. Dormidos. Frágiles a todo y a todos... vulnerables de su propio descuido.
Lejos de allí, al otro extremo del poblado, sobre el camino de acceso Antonov golpeaba “Las Puertas Del Cielo”. Ingresaba, caminaba entre luces, semidesnudas adolescentes (y algunas veteranas), mesas de café congestionadas por vasos de wishky y porrones de cerveza, ebrios con damiselas en la falda, matones tamaño baño y finalmente se acodaba en la barra. Lo atendía como la mayoría de las semanas una ramera retirada del servicio social y disfrazada a lo “Mouilene Rouge” que le servía Wishky y lo anotaba en un cuadernito de 100 hojas, rayado, de tapa dura y forrado en azul araña. Luego de unos minutos, por lo general más de veinte, lo hacía pasar “al fondo” por un largo corredor que comunicaba con unas dependencias que parecían estar en otra casa. Allí había una mesa, un par de sillas, un televisor y pocos adornos de muy mal gusto. Gonzalo se sentaba como lo hacía casi todos los jueves y esperaba la llegada de una mujer mayor que llegaba echando humo, desalineada y hediendo a alcohol.
-Viniste, por fin, era hora... me tenés un poco abandonada. ¿Qué? ¿No me querés más?- le espetaba casi con despecho.
-Sí... ¿cómo no te voy a querer?- le respondía él mientras se sentaba en su falda y se acurrucaba como un niño.- Es... es que tengo mucho trabajo...
Lejos de allí, al otro extremo del poblado, sobre la calle “Cacique” a dos casas de la esquina, en el barrio de comercio un automóvil acaba de estacionar. Un hombre corpulento desciende, se acomoda la pistola entre la camisa y el cinturón, en la espalda, cierra la puerta e ingresa a su vivienda. Dentro de la misma, alertado por el golpe de la puerta del vehículo al cerrarse, Malaspina despierta sobresaltado y entra en pánico. Vuela de la cama despertando a su amante, e intenta vestirse al momento en que es sorprendido por el destello de la luz de la habitación que es encendida por el marido de ella.
-Pero! ¿Qué pas... cá?
E inmediatamente ve el fogonazo que casi le muerde la oreja... Y a volar. Empuja el inmenso cuerpo del marido haciéndolo trastabillar y vuela por el corredor hasta el living seguido por una estrepitosa sucesión de puntos suspensivos obsesionados por morderle los talones o el culo. Ella se lanza sobre el marido y aúlla:
- Anselmo: ¡No!
Éste la empuja y le golpea la cabeza con el arma y sale en busca de Malaspina quien ya abrió la puerta y va de fuga, semidesnudo por la calle. Los disparos han alertado a los vecinos que temerosos dieron parte al destacamento. Alguno se atreve a salir. Anselmo en medio de la calle dispara contra el abogado en fuga mientras intenta desembarazarse de su mujer que a su vez intenta evitar el homicidio.
–Anselmo: ¡No!
Y toda la cuadra es testigo del hecho. Alguno se atreve a intervenir:
- Anselmo: ¡No!
Éste mira su vergüenza en derredor, desmaya a su mujer de una trompada, cambia el cargador y sale a la caza de Malaspina.
Los vecinos atienden a la mujer. Minutos más tarde Paco pasa a toda carrera frente a Las Puertas Del Cielo, seguido a poco más de media cuadra por Anselmo que viene efectuando disparos. Una cuadra detrás de Anselmo dos milicos viejos y gordos intentan alcanzarlo de a pie. La balacera alborota el cabaret y salen todos a mirar. Antonov que se hallaba en la puerta, se interpone entre su amigo y el tirador. Taclea a Anselmo, lo abraza e intenta calmarlo:
-¡Pará varón! ¡Calmáte... ya está!
En eso llegan los agentes que perseguían a Anselmo y lo arrestan. Paco desaparece entre las sombras. Obviamente nadie pudo identificarlo; pero Gonzalo sabe. Sabe quién escapaba y sabe por qué. Pero también entiende a Anselmo, lo entiende e interviene para que éste no quede detenido. Gonzalo sabe cómo se siente Anselmo porque a él también le pasó.
Antonov volvía a su casa en la vecina localidad de Sorondo e iba recordando lo sucedido esta noche frente a Las Puertas Del Cielo. Y... aunque quería no podía dejar de recordar la misma situación, tres años antes, que fuera motivo de su divorcio. Cuando de regreso a su hogar se encontró allí adentro con un desconocido. Aquella vez, como ahora, un tercero había evitado un homicidio.
A la mañana siguiente los vecinos y simples ciudadanos de toda la aldea comentaban el tiroteo. Todos menos los del barrio de comercio que estaban un tanto acostumbrados a situaciones de este tipo.
El diario local mentía en sus titulares:
BARRIO DE COMERCIO:
VECINO FRUSTRA ASALTO A LOS TIROS.
Intervienen carabineros y gendarmes.